Con la venia de la Presidencia.

Amigas y amigos legisladores.

Es un hecho y no está en tela de juicio, que nuestra Constitución, la Constitución de los mexicanos, que rige nuestra vida en la sociedad y nos da seguridad y certeza, es comparada como un sol, porque muy pocos y muy sabios son los que la conocen en su intima estructura porque piensan que es abstracta y porque necesariamente es compleja.

Muchos desconocemos sus mandatos políticos, jurídicos y económicos, aunque ignoremos cuantos son sus artículos, en alcance y en escancia misma ella cumple con un objetivo  fundamental y nos ampara y nos guía con la luz de una legislación exacta en aras de un México más grande y generoso.

Se hace necesario, también, reconocer aquellos héroes anónimos que en los campos de batalla vertiendo sangre, sudor y lagrimas, murieron con la esperanza exacta de ver un México mejor, que muchos sin conocimiento exacto de cultura, pero con un corazón repleto del conocimiento exacto de hacer algo por la injusticia ofrendaron su vida por un México más grande.

No se puede concebir el México actual sin nuestro México del ayer, el de hace cien años, no se puede concebir la constitución, su cabal conocimiento sin su justa aplicación.

Sabemos que los mexicanos y nosotros los legisladores tenemos diferencias encontradas, pese a eventos que son inequívocos y que tiene su razón de ser, fundamentados en aras del amor por la nación y de un mundo mejor, pero nos une el fin supremo de legislar en aras de un mejor desarrollo.

Hablar del Poder Constituyente en nuestro país es hablar de democracia pues la Asambleas Constituyentes representan la voluntad del poder soberano, es decir, la voluntad del pueblo que decide darse una Constitución para conformar un estado, o bien para transformar el orden de las cosas existentes, romper con los preceptos e instituciones previas y construir un vehículo que permita realizar los sueños e inspiraciones de toda una nación.

Bajo esta lógica, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, sin duda alguna la primera constitución social del mundo, surge como resultado de un anhelo específico, el de estampar en la Ley Suprema lo logrado por la Revolución Mexicana.

Por eso los principios de libertad e igualdad, pero fundamentalmente el de la justicia social, son los pilares que han sostenido a nuestra Carta Magna desde aquel lejano amanecer del siglo XX, cuando los sectores más oprimidos demandaban con efervescencia y por la vía armada mejores condiciones de vida, hasta nuestros tiempos, en que hemos logrado consolidar instituciones democráticas donde el diálogo y la contraposición de ideas son ingredientes fundamentales para concretar los acuerdos necesarios que nos han permitido vislumbrar un mejor futuro.

Hoy ya no es necesario cambiarlo todo para que la Constitución ejerza su acción benéfica sobre las masas, como declaró Carranza y como pensaban quienes integraron el Congreso Constituyente de 1916, pero debemos seguir trabajando con la misma fe, el mismo ardor y el mismo entusiasmo con que ellos ejemplarmente lo hicieron para que el sueño de millones de mexicanas y mexicanos de vivir mejor, de ejercer sus derechos libre y plenamente dejen de ser un horizonte para convertirse en una realidad.

Que viva nuestra hermosa nación y que viva nuestra Constitución.

Es cuanto.

PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO