Gracias presidente diputado

Con la venia de los diputados que se encuentran en pleno y por supuesto, de los medios de comunicación y aquellas personas que nos siguen a través de diversas plataformas.

Como originaria de un municipio indígena, del pueblo otomí, cuna de la tradición Xhita, en Jilotepec, la zona norte del Estado de México, donde coincidimos con hermanos mazahuas, náhuatl, tlahuicas y matlatzincas, me llena de orgullo ser partícipe de este momento histórico para los pueblos originarios y afromexicanos.

Hoy presenciamos un gran avance en el cumplimiento de una deuda histórica con quienes debieron haber gozado de sus derechos y garantías desde siempre.

Son 23.2 millones de personas que en el censo del 2020 se autoidentifican como indígenas y 2.5 millones de personas se consideraron afromexicanas.

Los Pueblos Indígenas son los primeros pobladores del territorio nacional y fueron grandes ingenieros, arquitectos y astrónomos que por la exactitud de sus construcciones y avances en sus cálculos matemáticos construyeron un legado ancestral, con una memoria viva que se traduce en conocimientos, en tradiciones y cultura que con mucho esfuerzo se resisten a desaparecer y es nuestra obligación que no desaparezcan.

Su historia se remonta al poblamiento de nuestro Continente y al surgimiento de la civilización mesoamericana hace aproximadamente 4 mil años y a las culturas de Aridoamérica.

Por su parte, el Pueblo Afromexicano desciende de personas que fueron transportadas desde África al Virreinato de la Nueva España y que también sigue consolidando nuestra patria.

Los Pueblos Indígenas se caracterizan por la relación especial con sus tierras, con sus territorios y con sus recursos naturales, donde han desarrollado cultura, lenguas, artes, medicinas y forma parte de un organización política, económica y social.

Pero también es cierto que nuestros hermanos de los pueblos originarios enfrentan múltiples desafíos, a menudo carecen de reconocimiento formal de sus tierras, tienen problemas de desnutrición, enfermedades de varios tipos, son víctimas de actos de racismo, discriminación y violencia, tanto física como emocional, y casi siempre suelen ser excluidos.

Nuestras hermanas y hermanos indígenas solían ser los últimos en recibir inversiones públicas en servicios básicos e infraestructura. Enfrentan múltiples obstáculos para participar plenamente en la economía formal, obtener el acceso a la justicia

y ser parte de los procesos políticos y la toma de decisiones.

Estas omisiones han desembocado en una cadena de desigualdad y exclusión; se ha aumentado la vulnerabilidad de las comunidades indígenas frente a los impactos del cambio climático y los peligros naturales.

Aun cuando en los últimos 30 años los derechos de los pueblos indígenas han recibido más reconocimiento a través de la adopción de diversos instrumentos internacionales, todavía falta mucho por hacer.

Por ello es, que esta reforma constitucional que hoy estamos discutiendo representa el parteaguas para nuestros hermanos de pueblos originarios y afromexicanos con el afán de lograr, como señaló el Presidente de la República, el Licenciado Andrés Manuel López Obrador, recuperar el sentido social y humanista de nuestra Carta Magna.

Y por supuesto, que se incluyen muchos criterios, pero hay que reconocer que este dictamen es de gran relevancia pues coloca a nuestro país a la vanguardia en materia de derechos de los pueblos originarios y reivindica la reparación de sus demandas. Después de siglos de olvido y exclusión, nuestras hermanas y hermanos alcanzarán el reconocimiento de sus derechos elevándolos a un rango constitucional que justo en derecho está merecido.

Es justo reconocer a quienes aportan al engrandecimiento de nuestra nación, pues al abrazar nuestra pluralidad abonamos al fortalecimiento de nuestra identidad.

Como diputada ecologista y proveniente de una zona de pueblos originarios como son los mazahuas y otomí, reconozco el fundamental vínculo que existente entre la visión del mundo de nuestros hermanos y hermanas de la defensa de los recursos naturales. Estoy convencida de que si aún tenemos bosques es porque nuestros pueblos originarios han luchado por defender lo que es de todos y para nosotros, muchas veces a costa de la propia vida.

Por todo lo aquí expuesto, el voto del Partido Verde sin duda alguna, será a favor de este presente dictamen.

Hasta que la dignidad se haga costumbre.

¡Por patria y potestad, orgullosamente mexiquense!

Es cuanto, presidente diputado.