Es importante mencionar que de los mil ochocientos millones de jóvenes que existen en el mundo más de la mitad de ellos viven en zonas rurales en países en desarrollo como el nuestro.
En este sentido, los jóvenes de las zonas rurales son el futuro de la agricultura y otras industrias rurales, sin embargo, a menudo no cuentan con la dirección y el apoyo necesario para contribuir plenamente al desarrollo de sus comunidades, alimentándose de ese modo el círculo vicioso del subdesarrollo y de la pobreza rural, por lo tanto, reconocer y afrontar sus necesidades y aspiraciones es vital para el crecimiento local y nacional.
A pesar de que la agricultura continúa siendo la actividad que emplea a más trabajadores jóvenes de las zonas rurales, las aéreas de manufactura y servicios ofrecen cada vez más otras salidas.
La falta de perspectivas laborales en las zonas rurales ha empujado a los jóvenes a emigrar a los centros urbanos de su país, o al extranjero, esta migración ha contribuido a la disminución continua del porcentaje de jóvenes rurales desde los años 50, previéndose disminuciones más agudas en el futuro.
La realidad es que el campo mexicano enfrenta un serio problema de envejecimiento. De acuerdo con la Encuesta Nacional Agropecuaria que elabora el INEGI, sólo el 0.8 por ciento, es decir, 31 mil 500 de los productores tiene menos de 26 años.
Por lo tanto la implementación de políticas e iniciativas destinadas a detonar el potencial de los jóvenes rurales debe ser una prioridad, ya que en la actualidad son escazas; por ejemplo, solo el diez por ciento de las intervenciones del Banco Mundial se dirige a los jóvenes de estas zonas.
Las mujeres y los hombres jóvenes de las zonas rurales pueden ser reales motores de la transformación rural, ya que están más abiertos a la tecnología y la innovación, están llenos de sueños, energía y entusiasmo.
Los jóvenes pueden hacer realidad la visión de un campo sustentable, en el que los rendimientos de las cosechas no se incrementen reduciendo bosques y selvas, sino a través de la innovación científica, tecnológica y organizativa, en el que la extensión de los sistemas de irrigación vayan acompañados del uso eficiente del agua.
En este sentido, aumentar la inversión en actividades agrícolas sustentables, en infraestructura social y económica para ofrecer a los jóvenes perspectivas laborales y condiciones de vida atractivas, redundará en un círculo virtuoso el cual generará creación de capital, producción de empleo, mayor nivel de vida y menos expulsión de población de las regiones rurales.
Aunado a lo anterior y como elemento complementario se recomienda integrar la educación agrícola, gestión de recursos, ecología y medio ambiente dentro de las estructuras de la educación formal para promover la agricultura y el trabajo en industrias relacionadas, esto facilitará la transmisión de información, conocimientos y técnicas nuevas.
Por lo anterior, en el Partido Verde, votaremos a favor del presente dictamen que adiciona una fracción XVII al artículo 4 de la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud, el cual añade a las atribuciones del Instituto Mexicano de la Juventud el de busca proponer a las dependencias y entidades competentes que dentro de los programas sociales con los que cuentan, impulsen proyectos productivos sustentables, que privilegien en estos, a los jóvenes de 18 a 29 años del medio rural, en todos los sectores de la sociedad.
No tenemos la menor duda, que la reactivación del campo mexicano es un asunto estratégico para el presente y futuro del país y en donde los jóvenes juegan un rol fundamental para alcanzar dicho objetivo.
Es cuanto señor Presidente.
PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO