Con el permiso de la presidencia;
Buenas tardes, compañeras y compañeros diputados;
El día de hoy recordamos uno de los hechos más trágicos ocurrido en nuestra historia contemporánea. Hace diez años en Iguala, Guerrero 43 jóvenes de la Normal Rural de Ayotzinapa fueron privados de su libertad y desaparecidos.
Los acontecimientos se desarrollaron cuando un grupo de estudiantes normalistas decidió tomar algunos autobuses para participar en la conmemoración del 2 de octubre, una fecha que anualmente revive en México la memoria de la represión sufrida por los estudiantes en 1968. Esto representa un acto de memoria fundamental para honrar a quienes lucharon por sus derechos y para mantener viva la demanda de democratizar al país.
Estos lamentables hechos no solo truncaron la existencia de los jóvenes, sino que marcaron la vida de sus familias que al día de hoy continúan en pie de lucha exigiendo justicia.
Hoy, estamos firmemente convencidos que el derecho a la verdad es una premisa esencial para nuestra sociedad. Por ello, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de luchar desde cada una de nuestras trincheras por este indispensable valor, que es crucial para que la ciudadanía confíe en las instituciones del Estado.
En este orden de ideas, la Cuarta Transformación no solo ha manifestado su voluntad de llegar a la verdad en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, sino que ha acompañado y escuchado a todos los familiares durante el proceso para el esclarecimiento de los hechos, pero, sobre todo para otorgarles a las familias de los 43 jóvenes la posibilidad de saber lo que realmente sucedió.
Este décimo aniversario lo recordamos con profunda tristeza y dolor, ya que representa un acontecimiento que ha dejado una huella imborrable en la vida de nuestra nación y representa una deuda del Estado y la sociedad con sus jóvenes. Si bien nada podrá devolver lo que se perdió aquella noche, esto no exime al Estado de su responsabilidad de trabajar incansablemente para garantizar que los padres de los normalistas accedan a la justicia y a la verdad que merecen. La deuda con ellos es ineludible y debe ser atendida con compromiso y empatía.
Lamentablemente, como todos los sabemos esta deuda no fue atendida con el respeto y la seriedad que la memoria de los estudiantes merecía, al contrario, los hechos fueron utilizados y manipulados con la finalidad de mentir a los padres y que los hechos quedaran en el olvido. En aquel momento, se intentó construir una supuesta verdad histórica para silenciar la voz de los padres y madres en su legítima lucha por conocer lo que sucedió con sus hijos.
Hoy, a diez años de lo ocurrido durante la negra noche de Iguala ha quedado claro que la verdad histórica fue una farsa y se ha tomado acción contra aquellos que intentaron ocultar lo que realmente ocurrió. Aunque aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar la justicia, estamos convencidos de que continuará el acompañamiento a los padres de familia y que algún día se podrá llegar a la verdad.
Es cuanto. Muchas gracias.